SAINT JOHN PERSE- PAJAROS

IV

De entre quienes frecuentan lo alto, aves de rapiña o acuáticas, el pájaro de gran señorío, para cazar mejor su presa, pasa de un instante al otro de la mayor presbicia a la mayor miopía: todo gracias a la asistencia de una musculatura muy fina del ojo, que acciona en dos direcciones la curvatura misma del cristalino. Y entonces con el ala extendida, como una Victoria alada que se consume sobre sí misma, amalgamando en su llama la doble imagen de la vela y de la cuchilla; el pájaro, que ya no es otra cosa que el alma y el desgarro del alma, desciende, como la vibración de una guadaña, para confundirse con el objeto de su cacería.
La fulguración del pintor, al acecho y siendo acechado, no es menos vertical en su primer asalto, antes de que establezca, a igual altura, y como lateralmente, o mejor circularmente, su insistente y larga solicitación. Vivir con inteligencia en compañía de este huésped se convierte así en su oportunidad y en su retribución. Conjura tanto del pintor como del pájaro…
El pájaro, fuera de su ruta migratoria, precipitado sobre el soporte del artista, ha comenzado a vivir el ciclo de sus mutaciones. Habita la metamorfosis. Orden serial y dialéctico. Se trata de una sucesión de pruebas y de estados, siempre en camino hacia una progresión compuesta por una confesión plena, de la cual surge finalmente, en la claridad, la desnudez de una evidencia y el misterio de una identidad: unidad recobrada bajo la diversidad.

traducción dasbald

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